Desde el campeonato de España de ajedrez Sub-16


Salvador Pérez
Más de un año hemos tenido que esperar desde aquel gran artículo Jaque al ajedrez para volver a contar con un artículo de Salvador Pérez en este blog y ahora nos llega con un no menos interesante artículo donde pretende sensibilizar sobre el comportamiento que padece el menor en competiciones deportivas, aunque toma el ajedrez como base, la mayor crítica es en el futbol, pero como sus hijos están en ajedrez pues que sirva al menos como prevención.


LOS NIÑOS Y LAS COMPETICIONES DEPORTIVAS

Durante el Campeonato de  España de ajedrez Sub-16 celebrado en Salobreña el año pasado coincidí con un aficionado ajedrecista, (más tarde amigo) que no participaba, pero su apasionamiento por este juego, el reunirse con amigos de este mundillo, y la belleza del enclave provocaron su presencia, según me relató mas tarde.

Yo estaba como padre de dos hijos que sí jugaban, y también disfrutando de mis vacaciones. Durante la cena, donde confluyen padres, jugadores y turistas de toda nuestra geografía y del extranjero, entre el trasiego de diversos platos, el murmullo de voces, las colas para acceder al bufet ... me fue grato sentarme y conversar con él, nuestra ubicación también privilegiada, pues estábamos sentados junto a un enorme ventanal dando la sensación de ir en un enorme buque, contribuía a mejorar la velada que fue interrumpida brevemente por la bronca que un padre dedicaba a su hijo de quince años, después de perder una partida y bajo la pasividad de su madre, que en vez de intervenir a favor de su vástago se sumó a las difamaciones del cónyuge.

Comenté lo desagradable del caso con mi amigo y nos preguntamos desde que edad  estaría soportando estas situaciones. No volví a recuperar este recuerdo, donde los ojos del joven emergían con todo su dolor, hasta fechas próximo presente cuando me reencontré con mi amigo en mi querida Armería; me hizo participe de la buena noticia del embarazo de su mujer; le pregunté si sería ajedrecista. Me aclaró que si su hijo así lo quería, a él le agradaría pero que nunca actuaría como aquellos "padres". Sé que será un buen padre. El caso es que este encuentro casual motivó este escrito, donde sumé a  mis vivencias como padre, las de otros padres, alguna incursión a Internet  y la opinión de algún  profesional.

A los cincuenta años de mi edad recuerdo que los niños de mi generación jugábamos en la calle, la mayoría, incluso nos aburríamos a veces, que también es sano; hoy día los tiempos han cambiado, el inglés imprescindible, otros idiomas, escuela de música...impiden al niño tener el tiempo para jugar que gozábamos antes, si a esto sumamos que el niño participa en competiciones deportivas, casi seguro que obtendremos un niño grande, puesto que tantas exigencias terminan por acelerar la maduración; desconozco como se verá afectado el niño, quizás todo sean beneficios o no. El tiempo hablará como siempre. Mis hijos me los dirán.
De lo que si estoy  seguro, porque he conocido en  el mundillo del fútbol y conozco algunos casos, es que el comportamiento agresivo de muchos padres y/o entren con sus hijos/jugadores, que han presionado al niño hasta los limites, provocan traumas infantiles que han conseguido que el niño abandone el deporte e incluso termine con malos hábitos.

Evidentemente donde mas se manifiestas estos comportamientos de los padres contra sus hijos es en el fútbol porque, quizás, esperan que sus hijos los saquen de pobres y compiten por ellos. Pero las frustraciones son de cada cual.

En el mundo del ajedrez los casos son inusuales; en la puerta de la Sala de juego del ya mencionado campeonato de ajedrez de Salobreña, y más tarde colgada en Internet apareció un artículo, “ Carta de una madre anónima”, dirigido a los padres antes del campeonato. A mi modesto entender y como padre que durante años ha convivido en muchos campeonatos  con toda clase de personas,  me parece un magnifico escrito, siendo un fiel reflejo del comportamiento nefasto de algunos padres con sus hijos, pero  creo que  es exagerado el adverbio de cantidad “muchos” puesto que entre las bondades que atesora el ajedrez esta la de educar a padres e hijos, por ello insisto que hay poquísimos casos, ciertamente que la esencia del ser humano está hay con sus mezquindades y envidias, por ello nunca pasarán de moda escritores como Shakespeare o Maquiavelo.

Desconozco el motivo de su anonimato, pero intuyo que me será revelado. No obstante aprovecho sus certeras palabras  para hacerlas extensibles a muchas disciplinas deportivas, con especial énfasis al  mundo del fútbol que es el que mas dislates  he visto. Literalmente copio este párrafo  de su carta, “Muchos niños tendrán tanto miedo de perder otra partida y volver a ver a sus padres esa cara descompuesta con los ojos desorbitados de enfado y rabia, que se aferran a las tablas con todas sus fuerzas, por muy bien que les vaya la partida , ya que el terror les ha dejado completamente bloqueados ”.

En la página de Bienestar y protección infantil se define el maltrato psíquico como “Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar”. En la misma página nos detalla los niveles de gravedad, siendo leve: “Las conductas de maltrato psíquico y/o su intensidad es leve. La situación emocional del niño no presenta secuelas negativas como consecuencia de dichas conductas”.

Con todo lo expuesto, la conclusión es que algunos padres y/o entrenadores, consciente o inconscientemente, rayan el maltrato al menor en las competiciones deportivas, al menos en grado leve, bajo la mirada pasiva y consentidora de una sociedad que, cada vez mas hipócrita, donde priman intereses de todo tipo, relegando al menor al olvido. A fin de cuentas no es nuestro hijo, ¿qué importa? 

Hace poco se realizó un experimento sociológico curioso. Introducían a dos actores en el ascensor, el hombre agredía a la mujer cuando se encontraba una tercera persona en el ascensor, objeto de estudio. El resultado fue sorprendente, nadie reaccionó favorablemente, todos eludían el conflicto. 

Posiblemente alguna vez seremos nosotros los protagonistas en el teatro de la vida y la respuesta será igual de vacía. Aquí  vine al caso una reflexión del genio, Einstein: “El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad."

Insólito e irónico es el caso de un equipo de fútbol que expulsó de sus filas a un niño porque no soportaban más los insultos que su padre le profería. A veces la sociedad responde bien, pero en cualquier caso el menor sigue sufriendo. Los niños pasan muy buenos ratos en las competiciones, sería injusto decir otra cosa, pero hay que  evitar los riesgos,  cuando este tipo de comportamientos  se repiten, hay que estar alertas porque no es un problema ocasional sino un problema social e institucional.
Me contaba un señor mayor, de los que me gusta escuchar, hoy que tanto se desprecia la edad, que cuanto tenía ocho años le regalaron una espuerta para trabajar doce horas cogiendo aceituna, era tal la alegría que por donde iba enseñaba su espuerta nueva. En aquellos tiempos de posguerra no se veía como maltrato el trabajo infantil, posteriormente se tipificó y se legisló.

Igualmente pasaba con el maltrato a la pareja que se consideraba hasta no hace mucho una cuestión doméstica. Pues ese anonimato e impunidad que reinaba entonces, es lo que el deporte de competición, fundamente el fútbol, padece hoy en las categorías infantiles, hasta que el tiempo ponga unas normas que regulen este tipo de prácticas, nunca mejor dicho, antideportivas y antisociales. Es cierto que cuando los deportistas son grandes y se encuentran en la élite reciben a veces la connivencia del sistema, verbigracia el tenista que ha sido expulsado por insultar a su compañero de juego o mas recientemente el casó de Piqué por insultar a un linier.
Un caso muy notorio, fue Arancha Sánchez Vicario, donde las exigencias de unos padres llevaron al límite a la menor, como ella misma expone en su biografía. Por historias como ésta y de  otros deportivas de élite con triste final, insisto en que siempre he descreído del exito y del fracaso, ambos son relativos. En el caso del ajedrez, me resulta más incomprensible estos comportamientos puesto que las posibilidades crematísticas son muy escasas. De hecho, son muy pocos los que viven de este deporte mental, y mucha la pasión. Según me cuentan otros padres esto sucede fundamentalmente por problemas psicológicos, psicopatías diversas, etc... de los progenitores.

Mi opinión, como profano, es que en la mayoría de los casos, todo depende de la educación recibida; si un padre desconsidera a un hijo repetidas veces, probablemente éste repetirá el mismo padrón con sus descendientes. Un padre que haya recibido una mala educación, probablemente confundirá disciplina con ofensa, so pena que encuentre alguien o algo que lo contrarreste.  

Mi conclusión principal es que hay que buscar una solución entre padres , administradores, deportistas y sociedad para elaborar normas de conducta que contemplen aspectos éticos  en las relaciones personales.
Un artículo que recomiendo a los padres encarecidamente es la Psicolgía deportiva: el rol de los padres y madres en el ajedrez de competición escrito por Carlos Martínez, al que me fue grato conocer mientras veíamos un partido de fútbol en Salobreña. Entre las enseñanzas que podemos recoger puedo resumir las siguientes:
Por encima del jugador está el joven en pleno desarrollo psicológico y madurativo (recuperando la visión completa del ser humano ) / Nosotros no somos entrenadores, somos padres. (Por ende, tampoco competimos los padres, son los hijos) / Los programas informáticos no son el oráculo / La actitud está por encima de los resultados / Hay que mostrar una mirada positiva / Los errores forman parte del juego / El ajedrez no es la vida.
Esperando que este artículo haya servido de utilidad a sabiendas de que un grano de arena no hace el desierto, pero en alguna media lo modifica, quiero despedirme con unos versos de T.S Eliot, que deseo sean de su agrado,

El primer coro de la roca

" Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo. "
Share on Google Plus

About Miguel Álvarez

    Blogger Comment
    Facebook Comment

4 comentarios :

  1. Plenamente de acuerdo contigo, Salvador. Existe maltrato en el deporte. Maltrato dirigido hacia los propios hijos, al que prestas atención en tu artículo, y también hay maltrato hacia los hijos de otros.

    Maltrato que no se confunde y no debe confundirse con el estímulo deportivo ni con la rivalidad deportiva.

    ResponderEliminar
  2. Cuando me dan la razón pienso que estoy equivocado ( decía Oscar Wilde ), no obstante tendré que compartir contigo el supremo honor de la incomprensión, dada tu experiencia, lucidez y valentía.

    Un abrazo, nos vemos en breve.

    Recuerdos a Virginia de Pepi.

    ResponderEliminar
  3. OK. Salva, en los deportes de equipo hay mas agresividad verbal y a veces física, pero en agresión psicológica el ajedrez los supera a todos por mucho y contra esa agresión el chaval esta solo. Los padres deben de estar para apoyar, ayudar en los momentos difíciles y a veces hacer de escudo para que no le lleguen las puñaladas de los 666 que hay en el mundo del ajedrez y que para ellos pasen desapercibidas en lo posible (esto incluye a monitores también, que hay cada uno suelto por ahí que si hubiesen criado un cerdo por lo menos comeríamos carne).

    En los torneos la cosa es mas leve, pero en campeonatos regionales o nacionales, la presión a que son sometidos algunos jóvenes es mas propia de enemigos que relación padres-hijos. Si alguien con dos dedos de frente, potestad para ello y que no estuviese vinculado al ajedrez lo observara y estudiara, creo que el ajedrez jamas llegaría a los colegios.

    En referencia al estudio del ascensor que mencionas, la sociedad está montada de manera que si actúas lo más probable es que te crees un problema. y creo que ese es el motivo de esa pasividad en determinados casos y no la falta de ganas o dejadez para actuar. Si te entran a robar, por poner un ejemplo, mejor dejar que te roben, si te enfrentas al ladrón tienes todas las de perder, el corte que se hizo para entrar dirá que se lo hiciste tu con un cuchillo y el juez creerá antes a ese buen hijo de su madre que al ciudadano de bien, o tal vez te diga que al no dejarlo robar le has creado un trauma y que le puede afectar en su brillante carrera y encima tengas que pagarle esa baja laboral.

    Estamos en una sociedad que no es normal o "si", si le ponemos un sub por delante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias José, por tus matizaciones. Tenemos pendientes unas cervecillas.

      Nos vemos, aquí no se pierde nadie.

      Eliminar