Ricardo
Montecatine
Hoy
ha fallecido, Antonio Romero Briones, Maestro Nacional de Ajedrez y
Árbitro Internacional. El 5 de abril pasado había cumplido 80 años.
Es
la persona que más influyó en mi progresión ajedrecística.
Empecé
a jugar en el 73, ya saben, tras el Fischer – Spassky, y pronto me
convertí en discípulo suyo. No tanto por jugar juntos, pero sí por
seguir los consejos que me daba. Antonio, antes que jugador, era
maestro.
El
factor humano fue siempre su principal aportación. Dirigía su
atención hacia los jugadores que despuntaban y solía comentar algo
con familiares o los felicitaba por las buenas actuaciones. Sabía
estimularles.
En
el 73, al llegar a Sevilla, yo tenía 17 años, es decir, era “viejo”
para empezar en esto. Me quedaban tres años de juvenil y, con 19 y
20 me dio tiempo de quedar subcampeón y campeón juvenil de Sevilla.
¿Por qué? Porque Antonio se había interesado por mí y yo había
decidido jugar en “su” Peña Oromana, el mejor sitio que había
para progresar entonces y posiblemente el mejor que hay ahora.
Algo
después, Albariño me llevó al Old Masters y, más adelante,
Antonio recaló también allí. Desde entonces siempre hemos estado
en el mismo club. Ahora estábamos en el Tenis Betis.
Durante
muchos años jugué ajedrez por correspondencia. En aquellos tiempos,
sin módulos de análisis, un postalista recurría a los amigos para
enseñarles posiciones difíciles. Analicé en más de una ocasión
con Antonio. Gracias a ello, en el 92, quedé Campeón de España
Postal y un cachito del mérito es suyo.
En
el 77, de alguna forma, Antonio y Albariño me “metieron” de
directivo en la Sevillana. Hace solo cuarenta años de eso. Luego
Antonio me aconsejó mucho cuándo inicié la aventura de la Andaluza
y yo le “exploté” lo que pude para que diese cursillos o para
que examinase a los alumnos que deseaban ser monitores.
Era
muy riguroso en su proceder e intentaba tratar a todos por igual,
tanto en la dificultad del examen como en la rectitud de la nota a
poner. Eso me hace recordar que alguna que otra vez algún Delegado
Provincial me dijo “¡Anda, no me mandes a Romero de examinador!”
Su
“secreto” mejor guardado, y que jamás desvelé, es que, tras un
examinador riguroso, se escondía un bondadoso corrector.
Juan
Manuel Bellón lógicamente le conocía desde antes que yo, de la
época en que Antonio se clasificó para jugar finales de Campeonatos
de España. Así había logrado el título de Maestro Nacional. Tenía
mucho mérito lograrlo. Bellón le puso un apelativo cariñoso que
jamás he olvidado porque lograba definir, en sentido positivo, a
Antonio: “pundonoroso”
Fue
directivo en la Sevillana, la Andaluza y la Española. Muchas veces
recurríamos a él para encontrar algún dato histórico que su
memoria o sus papeles pudieran aclarar. Esta misma semana le hice una
consulta.
Pero
prefiero insistir en su vocación de prócer. Hay personas que suelen
tener discípulos y otras que no. Lo imprescindible para ser un buen
“maestro” no es enseñar todo lo que sabes, sino tener la
permanente vocación de transmitir tu experiencia vital. Ese era
Antonio.
Era
ese tipo de personas que enseñan, que asumen responsabilidades, que
organizan y que saben crear caldos de cultivo de los que luego brotan
amistades y vivencias inolvidables.
El
tiempo en el que estaremos por estos lares es inevitablemente finito,
pero existe una especie de prórroga indefinida que es la huella que
dejan personas como él. Esa huella es nuestro recuerdo, y son
también sus obras y enseñanzas. Gracias Antonio por lo que mediste.
Descanse en Paz. Un gran ajedrecista y un gran caballero.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGran persona y un buen maestro. El club de ajedrez PINO MONTANO no te olvidamos. Isiste mucho por nosotros. Descanses en paz
ResponderEliminarGracias por todo lo isiste por PINO MONTANO. Descanses en paz. Gran persona y gran maestro
ResponderEliminarGran ajedrecista. Maestro. Amigo y...MEJOR PERSONA.
ResponderEliminarD.E.P.